Famosos consumidos por la heroína
Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison fueron solo algunas de las celebridades que batallaron contra la heroína, una droga que, de una manera u otra, terminó por silenciarles.
Muchos otros artistas se han unido por el mismo motivo a ese viaje prematuro que acaba con el genio y el ingenio.
Pero esta epidemia mortal que acecha a Estados Unidos no sabe de edades, fama o profesiones. Se trata de una crisis que ningún Gobierno ha sabido detener.
En 2016, el último año del que se tienen cifras, casi un millón de estadounidenses consumieron heroína al menos una vez, una cifra que no ha dejado de crecer desde 2007, según datos de la Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas y Salud.
Cada vez que el debate sobre cómo frenar el consumo del opioide se adormece, un famoso estremece los tabloides y las conciencias para revivirlo. La reciente sobredosis de la cantante, actriz y exniña prodigio de Disney Channel Demi Lovato ha sido responsable de reabrir la discusión.
La exchica Disney, que cumplirá 26 años el próximo 20 de agosto, fue hospitalizada el pasado 24 de julio después de sufrir una aparente sobredosis que en un principio se atribuyó a la heroína.
La muerte del actor Philip Seymour Hoffman en 2014 fue uno de los casos recientes más sonados respecto al consumo de heroína. La última imagen de la estrella de Hollywood, con una aguja insertada en el brazo, abrió un debate a nivel global.
Un año antes del fallecimiento de Seymour Hoffman los seguidores de la serie Glee lloraban la muerte de Cory Monteith.
El actor protagonista de esta comedia musical encarnaba a Finn Hudson, un chico bueno en un instituto donde los marginados intentaban abrirse un espacio a través de la música.
Monteith había reconocido en entrevistas que de adolescente solía saltarse las clases para ir a beber y fumar marihuana y que eso lo llevó a no terminar el instituto.
Pero el tema era más serio. En marzo de 2013 ingresó en un centro de rehabilitación, pero en julio murió por una sobredosis de heroína y alcohol en un hotel de Vancouver, Canadá, su ciudad natal.
El placer momentáneo que otorga la heroína es algo que sus víctimas -famosas o no- luchan internamente por abandonar porque sus fatales consecuencias quedan al descubierto.
Solo en 2016, la adicción a las drogas acabó con la vida de 60.000 estadounidenses; 35.000 de esas muertes fueron por sobredosis de heroína sola o adulterada. [El País]